sábado, 25 de enero de 2014

A la calle

"A LA CALLE", Huelva Información, 16-12-13



No sé si ustedes sienten lo mismo. El descrédito de lo Público es total. ¿Cabe esperanza?... pero es que no dan un respiro. Hace años que se viene atacando a los Funcionarios del Estado desde el Poder. Mensajes como el del Consejero madrileño Lasquetty, con el órdago de vincular el declive del Sistema Sanitario a la funcionarización de los médicos, van calando, porque antes se ha hecho el caldo previo de demonizarlos: enchufados, vagos, privilegiados con trabajo fijo y sobrepagados, etc. Olvidamos que el prestigio previo a la descapitalización del servicio se daba con los empleados públicos.
Un Funcionario es como un Notario en miniatura, es la correa de transmisión entre legislador y ciudadano; y ¿saben la verdad?, eso es lo que molesta, que no es un trabajador al que poder despedir. Hablemos sin disimulo: acabada la negociación colectiva, facilitado el despido y promovida la contratación precaria, ¿qué trabajador va a reivindicar nada, salvo algún héroe sin muchos churumbeles que alimentar? Iria "ipso facto" a la p... calle. El Funcionario no.
Y es que no se rige por la legislación del trabajo; ni siquiera es verdad eso de que tiene la plaza en propiedad, ése es el interino que depende de su puesto para seguir nombrado; el Funcionario lo es porque puede concursar, puede cambiar de destino y ésa es la verdadera definición de su naturaleza. Y no tiene jefe; hay gestores que se encargan de la organización de los servicios, pero su único Jefe real es la Ley y ahí es donde duele, porque una Funcionaria puede aplicar sus competencias y el político tener que callarse la boca. A no ser que se llame Montoro y le hayan tocado una cementera mexicana, país libre de toda sospecha de corrupción, y la cese y... ya saben.
El Funcionario Público es una reliquia de aquellos tiempos de la seguridad jurídica, en los que las reglas del juego democrático y la Igualdad estaban sobre la mesa y David podía apedrear a Goliath. Ahora sobra porque los altos cargos están solapados por equipos de asesores que no han hecho exámenes de oposición para llegar, porque los organismos públicos mantienen una Administración paralela contratada (de "los nuestros", que no concursan) y que ejecuta presupuestos a mayor gloria del Partido.
El Sistema ha periclitado. Hay que reformar, hay que ser valientes; revisemos la Función Pública pero, mejor aún, sumerjamos a los políticos entre funcionarios que les recuerden lo que la Ley dice; demos sus "privilegios" al trabajador. No valen los usos antiguos y la ciudadanía lo sabe, todo el mundo lo habla, ¿desde cuándo no pisan la realidad nuestros políticos, no oyen? Con gusto habría reconvenirles, hacerles o hacernos un favor y decirles: Hala, a la p... calle.

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