sábado, 2 de mayo de 2015

Cerbantes el imán

CERBANTES EL IMÁN, Huelva Información, 23-3-15



Puedo alertarles sobre la última gran estafa española: Cerbantes. Bueno, sus huesos. Les recomiendo una entrevista en TVE a Francisco Rico, catedrático y referencia obligada en el cervantismo (la nobleza de la filología hispánica, en la UHU tenemos a Canseco) que solventó el acontecimiento con un solemne "A mí todo esto me parece una tontería". Otro catedrático tajamar en esos estudios, Javier Blasco, me confesaba indignado haber arrastrado a unos entrevistadores, en otra televisión, hacia la financiación ilegal de los partidos, tema más útil.
No es que esté mal saber dónde están sus restos, lo que es nefando es la cultura de cartón-piedra y Nodófila (de No-Do) en estos Gobiernos (Andalucía es igual). Sé lo que digo, yo he gestionado fondos públicos para Cultura y he sentido vergüenza ajena con algunos (y algunas) de incapacidad limitante hasta la frustración, eso sí, con las facturas a nuestro nombre. Si no hay foto, no hay acto; el problema es que la formación de un pueblo no tiene duración...
Unos partidos, un Ministro de Educación y Cultura, Wert, y una alcaldesa de Madrid que jamás se ha caracterizado por la expresión pública de su formación intelectual (que no dudamos, pero no hemos visto), Botella, han procurado un revuelo basado en un "tal vez" de un equipo de forenses que pretende convertir a Cerbantes, el grandísimo, en un imán de frigorífico. A ellos, los responsables, les da igual que nadie lea a Cerbantes porque los niveles de lectura de este país son casi tercermundistas, les da igual que la obra, la flor de la vida del Manco, se pierda en desuso, mientras nos convocan a la celebración del excremento de su cuerpo (Rico "dixit").
Es la Cultura hecha espectáculo, conseguir interesar al pueblo español por un tal Cerbantes que fue muy grande y nuestro, aunque no sepamos por qué ni saquemos provecho alguno de sus letras. El parque temático es la nueva catedral, uno se va a La Rábida, ve unos indios de plástico y unos figurantes disfrazados y se imbuye de "Huelva Descubridora" y toda esa basura patriotera que lleva a los pueblos a perder la dignidad ante unos gobernantes traidores a la Razón.
Vargas Llosa, no un revolucionario precisamente, ensayó sobre esta banalización del saber, vaticinando un colapso. Por cierto, ya que rebuscamos en su intimidad, usamos su apellido como él lo escribía en privado, con "b" y, mientras, uno se pregunta si estos politiquillos, ricos algunos, de buenas familias, codeándose siempre con la élite consumidora de antigüedades y hermosas bibliotecas, amantes de la pintura y el viaje, son conscientes o no del daño que infligen. Si no lo son, que se vayan por incompetentes; si lo son, son unos hijos... dalgo.

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