"ENAJENAOS", Huelva Información, 25-5-15
"Me enajenao" dicen por aquí las abuelas cuando hacen algo impropio. Marx (¡Uh! ¡Ah! ¡Qué miedo!) constataba una alienación o enajenación política en nuestra comportamiento. Distinguía intereses diferentes entre el Estado y la Sociedad; la derecha siempre ha mantenido la confusión, por eso es patriotera, banderil, hímnica y egocéntrica, españolísima (o andalucísima, como Susana Díaz, hablando en marxista).
Yo soy partidario de la libertad de expresión sin regular, lo que no significa que uno no pueda defenderse de una calumnia o un insulto, pero calibrar el efecto que unas palabras puedan provocar me parece que sólo debería tener lugar en un juicio en el que se pueda probar la relación causa-efecto, lo otro es entrar en una clasificación de opiniones. Sé que lo que voy decir no se va a interpretar como pretendo, pero siempre estuve en contra de la consideración como delito de la "apología del terrorismo"; la palabra no mata; una legislación muy simple puede establecer si lo que alguien dice es causa directa de una agresión o no. Muy sencillo: no se pueden prohibir las ideas, por mucho que nos repateen y repugnen, y censurarlas sólo lleva al escurrimiento y al camuflaje de las mismas, como ocurría en las décadas ominosas del ferrolano.
Este Gobierno no hila nada fino y apuntala día a día esa idea progresista de que el Estado defiende intereses del poder frente a la Sociedad; porque la historia del País Vasco del último medio siglo, sin ETA matando, se puede empezar a escribir, y si alguien se siente ofendido por algún supuesto "gudari" pues que denuncie, pero querer suprimir a quien piensa de forma diferente a nosotros es una forma de opresión y totalitarismo. Acepto debate y mil matices. Esto es libertad y pensamiento. Insultar a un asesinado debe tener un escarmiento potente pero no es matar; la Red está llena de improperios de gente que se desahoga o que, simplemente, es gilipollas. Cuando el ministro Fernández Díaz usa términos como "limpiar", suena... un poco represor (véase el ridículo internacional con nuestra Ley Mordaza). Cuando PP y PSOE se ponen de acuerdo para impedir que víctimas, verdugos y aledaños se reúnan en el Congreso para superar una tragedia histórica con la palabra y la emoción... suena a demagogia electoral.
El Estado somos nosotros, parecen pensar. Cuando el ministro Margallo alude a la imposibilidad de asumir por razones humanitarias a unos miles de miserables expulsados de sus tierras, en un país rico (con más de un veinte por ciento de fraude fiscal y una deuda del ciento cincuenta por ciento de su PIB)... es la racanería de una miseria de avaricioso que ronda el chiste, si no fuera porque debería ser (esto sí) un delito de lesa humanidad. Ellos no son la Sociedad, son el Estado represor. Los demás no estamos locos, estamos "enajenaos".
que no se nada, que me frustro con las injusticias, que sufro ....porque en realidad pienso mucho, porque tengo el corazón a flor de piel, y .....me enajeno
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