lunes, 24 de febrero de 2014

Fomento de la inversión

"FOMENTO DE LA INVERSIÓN", Huelva Información, 17-2-14



Con la edad, yo de izquierdas, me reconozco bañado de liberalismo. Estoy con la economía política clásica en eso de que el Estado debe intervenir lo menos posible. No me he vendido, alguien dirá: "¡Para uno que quedaba...!". Por experiencia, cada vez creo menos en la subvención, por ejemplo en la Cultura, porque observo que los "artistas" que comen de la mano no suelen morder a su amo; esto no significa que no deba haber política cultural, sino que debe ser exquisita y excepcional. Entiendo el sistema americano de filantropía y mecenazgo... con el Estado de fondo para lo que no tiene hueco entre el público que paga.
Por contra, voy notando cómo la derecha neoliberal es cada vez más capitalcomunista; se me ha ocurrido mirar los Presupuestos Generales del Estado y concluyo que somos unos invertidos. Lejos de la imagen de país arruinado por la sopaboba socialista que sólo reclama y no aporta, del vago español de toda la vida, resulta que se va pasta en cantidad para subvenciones de industrias privadas o fundaciones muchas veces de origen político o empresarial, a la promoción y otras clases de subsidios para sectores productivos variados: dos mil ochocientos millones. En cambio, ese entramado de la dependencia, extranjeros, juventud, igualdad, discapacidad, etc., se lleva unos mil ochocientos... y oímos políticos discutiendo sobre la legitimidad de "ayudar" a quienes lo necesitan y a ninguno preguntarse por qué debemos poner nuestro dinero público para promocionar a quienes buscan un lucro legítimo pero propio, oiga.
La izquierda actual sólo tiene un camino: limitar los beneficios, lo demás son monsergas. El Estado no está trabajando como regulador del flujo entre las clases sociales, sino apoyando y financiando al Capital, eso sí con la excusa de que genera empleo... mentira constatable en cantidad y calidad.
No sé si ven la "inversión" de la que hablo, a mí de niño me decían que el comunismo quería que todo fuera de todos, y la empresa actual tiene claro que lo de todos y lo suyo es de ellos; el Capital hoy es una forma de comunismo invertido, entendieron la versión cutre.
La nueva izquierda debe aprender: la Sanidad, la Educación, la Protección Social hacen igualitaria a una sociedad, aspiración de la Constitución, léanla. Hay que dar pie a la gran empresa para que compita sin papá Estado cubriendo las deudas o inventando actividad para generar sus réditos, hay que parar esta locura de multiplicar rentabilidad a cualquier coste, todo gasto público que patrocine a una inversión privada debe replantearse, el Estado no está para suplantar la financiación porque eso maquilla los beneficios; y ésta es la izquierda invertida, liberal.

lunes, 17 de febrero de 2014

La hartura

"LA HARTURA", Huelva Información, 10-2-14



La realidad siempre es más terrorífica que la ficción. Trasladamos un papel de una ventanilla a otra y observamos la mirada sorprendida de un funcionario, que te reta como si la estupidez que prejuzga en su antecesor te la hubieras llevado tú... Va uno a operarse y observa cómo el subalterno de turno contraviene a la cirujana... ¿Todo el que desempeña responsabilidades es consciente de los riesgos? ¿En manos de quién estamos? Homer Simpson, jefe de seguridad en una central nuclear, es una parodia inocente.
Bajo el lema "Huelva está harta" se convocó el martes pasado una concentración reivindicando una exposición clara de nuestra situación medioambiental. No hay que ser técnico del CSIC para ver que el cáncer campea por aquí como un Cid "post-mortem"; entre los nuestros, el pulmón, la laringe, el hígado, etc., son víctimas propiciatorias de tan apocalíptico caballero. Habrá quien lo niegue pero es tan sencillo como que quien tiene autoridad técnica ―de la política ya no nos fiamos― publique los datos reales. Porque si uno hace un historial de informes ve que sólo se orean cuando al cargo de turno o a la patronal le convienen los datos, y haberlos haylos de todos los gustos. La ciudadanía no puede estar tranquila cuando el mismo organismo dice que la incidencia del cáncer es en Huelva superior objetivamente en un "Atlas" de mortalidad específico y, después, sale un alto cargo diciendo que se ha demostrado que nuestro aire es casi pirenaico.
El Delegado de la Junta, José Fiscal, afirma que existe un Plan de Emergencia para Huelva y puede que sea hasta verdad, pero él, como todos nosotros, porque es choquero, ole, jamás recibió una indicación en ese sentido en la escuela o instituto, en nuestra orgullosa universidad o en puesto de trabajo alguno; ni hemos oído jamás una sirena, una emergencia o un aviso de nada que no fuera que llegan las carretas a la Comandancia de Marina.
Uno recuerda con melancolía aquella Punta del Sebo de lodos morados y aguas verdes, aquellas extensiones de mierda marronácea que atravesaba la canoa camino de la Umbría, aquellos peces muertos que ornaban de olor marinero los kilómetros de marisma achicharrada que tanto nos evocaban Las Vías, territorio marciano (ríete de Ray Bradbury) lleno de afloraciones sulfurosas y lagunas de aguas rojas sobre las que viven hoy tantos onubenses; recuerdo aquella barriada fantasma junto al Polo para la que algún político dio permiso de construcción... sin pisar después la cárcel, como siempre; y nos da nostalgia porque creo que entonces estábamos más conscientes y más hartos. Voto a Homer como Director del futuro Plan de Emergencia, lo mismo vio Godzilla en los cines de verano y se le ocurre algo.

lunes, 10 de febrero de 2014

AVE y César

"AVE Y CÉSAR", Huelva Información, 3-2-14



Paren que me bajo. Yo no quiero AVE. Y soy de Huelva, del Molino de la Vega, vamos. Para empezar no entiendo la necesidad de este tipo de trenes, que requieren una inversión en infraestructuras y suponen un impacto medioambiental que no compensan las ventajas que, al parecer, producen. Una pareja que viaje desde Huelva a Madrid, por motivos profesionales o familiares y no en el gustoso desembolso de unas vacaciones, deberá pagar más de 200 euros simplemente por los billetes. Añadan una noche de hotel y la pitanza, sí, y alguna comprilla ya que estamos en la urbe capitalina... un lujo que ese tercio de españoles pobres, otro tercio de españoles jodidos y la mitad del tercio restante que se lo ha de pensar dos veces no pueden permitirse.
Yo creía que el transporte público cubría finalidades sociales; no es que deban regalar los billetes pero facilitar la comunicación aliviaría el tráfico de las carreteras, la contaminación de esos vehículos, los accidentes, las carteras de los compradores de coches ―aquí me riñen los del sector― y, si se ponen rebuscados, hasta haría más sencilla esa movilidad laboral que tan a gusto exigen algunos siempre y cuando la pague el que se mueve, claro.
Pedimos Alta Velocidad a Madrid y no tenemos trenes ni para ir de Huelva a Sevilla ni a ningún otro sitio; el mundo del revés, que decía Quevedo. Huelva, las capitales de provincia, necesitan una red de ferrocarriles fluidos que las conecten con la mayor parte de las principales poblaciones, a un precio razonable. Con el dinero que se ha gastado en AVEs inútiles e infrautilizados podríamos viajar sobre vías sin tocar el suelo de un extremo a otro de la Iberia, como aquella ardilla que tanto impresionó a los romanos.
Un tren a la Sierra necesita voluntad: buenos horarios y buena frecuencia, precios populares y una campaña de sensibilización para ver las ventajas de usar ese ferrocarril, y pérdidas, sí, pérdidas, porque lo Público no es un negocio, y a veces una buena gestión gubernamental es la que controla las pérdidas en beneficio de la ciudadanía, no la que erige despropósitos para que los paguemos todos o para que llegue la empresa privada elegida y compre el desastre ―¿pero quién compra una ruina?―... y obtenga los réditos de la explotación.
Soy de aquí y creo que un Alcalde o un Presidente de la Diputación harían bien en racionalizar el transporte público en función de las necesidades de la ciudadanía, no mirando en qué carteles de qué estaciones megalomaníacas o aeropuertos innecesarios van a quedar inmortalizados sus nombres. Ésta es la reválida política suspensa. El AVE para los césares.