18-7-16
Me
levanto a la mañana siguiente de la batalla con sensación de
pérdida y tristeza. Pero en la guerra hay muchos matices y cada
sección del ejército, de la sociedad, tiene su diferente cometido;
es necesario que algunos estén en el cuerpo a cuerpo, con valentía,
y entiendo la necesidad de la defensa, no cabe palabra ante el
asesino... pero mi guerra es otra, en la retaguardia... dirán que
con los cobardes pero no asumo tanto, no creo que dependa de mí:
sólo hago la parte de un intelectual, sí, un intelectual, por qué
me mira así... uno que se pregunta por las causas y quiere
soluciones, y entrego esta fuerza mía con toda mi voluntad pero sin
tiros.
Porque
en mi guerra queremos una democracia mundial y que los Derechos
Humanos se cumplan en todos los rincones de la Tierra, y para eso es
necesario que todas las legislaciones se sometan a una instancia
legal superior a manera de constitución planetaria, y la única
herramienta que haría posible eso sería vincular la capacidad de
comerciar a una separación de poderes real. En mi guerra el mercado
rige la economía pero con unos mínimos garantizados para la
ciudadanía porque el origen de la riqueza está en la capacidad
humana de trabajar y la especulación es subsidiaria, y el medio
ambiente, el espacio en el que vivimos, es una prioridad, y en mi
guerra la Enseñanza y la Educación son fundamentales porque dan las
claves de cómo vivir, y hay libertad para creer con la estricta
prohibición del proselitismo y la invasión de la libertad del otro,
y las religiones confesionales son estafas históricas y hay
obligación de enseñarlas en las escuelas para que desde la infancia
podamos ver cómo la fe es el principio de la ruina moral, y que bajo
la piel del cordero de Dios de la esperanza en la vida futura, la
moral y la caridad, se esconden la frustración, la negación de la
vida, la muerte y el mal absolutos. La fe es intolerancia. En mi
guerra se enseña el hedonismo, porque después de la justicia el
placer es la forma de vida, y se enseña a amar, esto es: a tocarse,
a ponerse en la posición del otro, a empatizar, a la desnudez, a
fundir deseo con enamoramiento, y se enseña a rebelarse contra la
intimidad que es la madre del control y la represión. En mi guerra
la muerte no da miedo porque lo inmaterial no es, y la ciencia y la
razón y la belleza sustituyen a las tradiciones, que en mi guerra no
se confunden con la Cultura porque sabemos que ésa es la forma de
dominio de las élites, que no son parte de ellas sino espectadores
privilegiados.
El
combate es universal mas mi campo de lucha es mi derredor; pienso que
si estas bombas se arrojaran por doquier sería la batalla final. No
sólo podemos esperar a matar al asesino; éste es el bucle del
terror. En mi pelea todo responsable que no trabaje en esta dirección
será criminal de guerra. La Razón no es etnocéntrica, sino el
medio para evitar el fanatismo. Es duro; ahí va la vida.
se enseña a amar, esto es: a tocarse, a ponerse en la posición del otro, a empatizar
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