lunes, 1 de septiembre de 2014

El precio del poder

EL PRECIO DEL PODER, "Huelva Información", 25-8-14



Se levanta uno apurando el verano, se pone un café y se predispone para trabajar algo el intelecto... y en la radio entrevistan a José Antonio Viera, el Consejero de Empleo y Desarrollo Tecnológico cuando se puso en marcha esa tramitación dolosa que la juez Alaya ha investigado hasta donde ha podido en el caso de los ERE.
Desde la primera respuesta uno ve clara la estrategia: ¿Yo?, me acabo de enterar. El señor Viera será muy honorable, igual que Zarrías, Chaves, Griñán, Díaz o Pujol, no hay condenas y los ciudadanos albergamos la duda razonable de que las vaya a haber. Si un tribunal no encuentra delitos, no hay penas, eso es el Estado de Derecho. Pero hay cosas que son muy feas; afirma que su hija tenía más de treinta años cuando fue contratada por una de las empresas de la Sierra Norte sevillana agraciada con la pedrea de ayudas que se tramitaron durante su gestión, que nada sabía de quién y por qué la contrataban; multiplicando por cuarenta y seis la cantidad de euros recibida en Almería por ayudas, del mismo periodo y el mismo organismo, se iguala la otorgada a su amada tierra serrano-norteña; tierra del señor Guerrero, el Director General al que se trata de probar un periodo chisgarabís a lo Tony Montana de la película Scarface, y de quien Viera no sabía nada tampoco; nada sabía de gestión pública, porque alaba el conocimiento específico de los políticos y profesionales técnicos que constituían el equipo de la Consejería, eso sí: para concluir que todo lo que llegaba a él venía filtrado por ellos, afirma que ésa era su forma de trabajar y por tanto que no tenía motivos para sospechar de nada si no le advertían previamente...
Hay una cierta zafiedad en esta argumentación; porque el político siempre tiene interés en deslindar, cuando le conviene, la responsabilidad política de la técnica, o sea, que con un hipócrita "mea culpa" puede asumir errores humanos pero jamás responsabilidades penales, siempre pagan otros. Esto es sencillamente poco creíble. Yo he trabajado en varios puestos de la Administración y puedo afirmar, sin exagerar, que es al revés, jamás vi a un técnico dar un paso sin que un político tuviera noticia cabal de los actos y diera su beneplácito. Sí ocurre mucho lo contrario, primero llegan los compromisos políticos, las genialidades de un ignorante del procedimiento y, después, se busca al técnico, muchas veces de confianza, para que dé forma legal a la tontería o el desbarre.
Le oigo y lo que me queda claro es la sospecha que nos embarga, como un banco: ¿no será que los presupuestos proyectados en este país se hacen previendo los ingresos privados que convienen y se adecentan después legalmente? ¿La corrupción es la excepción o el sistema?

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