"CIEGA", Huelva Información, 25-11-13
Todas las generaciones están condenadas a un crimen de referencia. Toca la pobre Asunta; el otro día entró otra vez en prisión El Boca, nefando pedófobo que amargó a esta ciudad hace alguna década. La excarcelación de terroristas y delincuentes monstruosos aviva emociones, pero cuidado que la demagogia pulula en aguas revueltas.
La discusión sobre las penas es, en realidad, sobre programas políticos, porque los jueces aplican Leyes pero éstas se desarrollan en el Parlamento; ellos no redactan: interpretan, el mismo que condenó: hoy suelta. No es democrático manifestarse contra las sentencias porque eso es situar a una parte de la ciudadanía contra un Poder del Estado, y resulta chocante que un partido que se jacta de patriota y popular caliente ánimos ahí. Esto no impide que un fallo judicial sea criticado, siempre en su contexto... también hay malos profesionales en la Judicatura, ¿no?
Hay que devolver al Poder Judicial la Autoridad perdida en la maraña legislativa y de Tribunales; la complejidad sólo beneficia a quien pueda pagar buenos abogados y asesores (y tasas), no a la mayoría. Y es por eso que "ellos" nunca van a la cárcel y "nosotros" sí; se cumple aquello que decía Trasímaco: Justicia es lo que conviene al poderoso. Hay un exceso de Leyes, un vicioso normativismo que priva de responsabilidad real; la gente siente que no hay Justicia porque se trata de conocer el laberinto, no de actuar correcta o incorrectamente... eso que llamaban los antiguos "Leyes No-Escritas": el terreno de la ética, de la libertad y el deber.
Necesitamos pocas leyes, simples y claras; que se vean igual de manifiestos el delito del carente y el del sobrado para que las sentencias sean equitativas; habría que evitar el clasismo en la redacción de lo legal, porque no se entiende que sea justificable escaquear cantidades a Hacienda impensables para un trabajador ―defraudar hasta 120.000 euros anuales es sólo una infracción administrativa―, por ejemplo... Suena a coña. Robe 700 euros, verá qué risa.
Debemos hacer pedagogía democrática; el objetivo de las penas es la rehabilitación, ¿es tan difícil vincular la libertad a ésta? Si un chorizo cualquiera no dejara la cárcel sin sus estudios, abogado incluso, quizá no discutiríamos el valor de los años en prisión o los rumores de pena perpetua o capital; y se trataría sólo de desarrollar un principio constitucional. Tiene razón la gente cuando dice que un violador de ochenta mujeres no ha cumplido con la sociedad por estar un cuarto de siglo apartado; pero nuestra obligación social es protegernos coherentemente de él, y si es un enfermo del sadismo: tratamiento y observación, no impunidad renovada, sin cura: no hay libertad. Que la Justicia es ciega, no...
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