sábado, 25 de enero de 2014

Platero

"PLATERO", Huelva Información, 23-12-13



Lastramos el vuelo de Juan Ramón Jiménez con localismos, provincianismos, incluso patriotismos; en realidad fue uno de los grandes intelectuales hispanohablantes de la primera mitad del siglo XX, condicionando la vida literaria de dos continentes y por eso le dieron nada menos que un Premio Nobel en 1956. Luchamos por identificar a JRJ con Moguer, o con Huelva, cuando lo útil sería identificar a España, a Huelva, a Moguer con JRJ.
Nuestras instituciones, bientencionadas, seguro, programan actividades que no pueden dar de sí lo que pretendió el poeta. JRJ creía en el poder político de la poesía y Platero y yo es una de las invectivas más graves contra el garrulismo ruralista, contra el caciquismo en todas sus formas, contra la injusticia social, el politiquismo verborreante, la homofobia, el machismo, el maltrato animal, el tedio de la familia castiza, las cadenas de la tradición, y siempre anticlerical y en contra de todo lo inamovible. Es un canto subversivo al librepensamiento, a la Educación, a la Justicia, eso sí, como cualquier obra interesante: compleja, interpretable. Ideal para la infancia...
En 2014 Platero y yo sigue estando vivo, demasiado vivo, y si fuera leído como fue proyectado, por un público adulto, no dejaría en buen lugar a los representantes públicos que hoy, y ayer, lo ensalzan como valuarte de sus programaciones culturales. Sin ser prolijos, secuencias como la sombría premonición a los niños pobres que cantan inocentes al comienzo del libro, el retrato de doña Domitila castigando en la Miga o comiéndose las meriendas, el del niño tonto, sutilezas como el cura que reza con los pobres por las almas de los ricos, el perro sarnoso tiroteado, los gitanos trashumando sórdidamente, los niños pidiendo pan, el drama de la muerte infantil con el desdentado veterinario o la moribunda tísica de hábito, los bueyes píos asimilados a obispos, los niños sin dinero para la feria, el antiacademicismo, el alcalde corrupto, el antitaurinismo, el negro odiado por racistas y celosos, el entierro de la niña chica, el río cegado y contaminado, o ese capítulo descartado por razones obvias en el que aparece el burro armado...
La prosa del moridero sirve a JRJ para garantizar a Platero que no será arrojado allí y le augura entierro en el huerto familiar de La Piña. Quizá eso sea sólo literatura, en realidad el animal debe ser la síntesis de varias bestias, pero no deja de ser un cinismo celebrar 100 años de la publicación de este libro sin que ninguna autoridad onubense esté a la altura garantizando la conservación y la gestión de un patrimonio más trascendente que cualquiera de los clubes de fútbol que el Estado salvaguarda. No debe haber Centenario sin Fuentepiña.

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