lunes, 4 de julio de 2016

Anatomía de otro instante, 16-11-15

S. M. Don Juan Carlos I tuvo su momento de gloria aquel 23F saliendo en televisión y postulándose a favor de la Constitución y la joven democracia de entonces, fuera atrezo o no. De esto va la novela-documental Anatomía de un instante de Javier Cercas. Quizá ha llegado la ocasión de S. M. Don Felipe VI.
Yo tengo claro que la mayoría parlamentaria catalana no es suficiente, desde ningún punto de vista, para tomar las decisiones que está tomando, saltando la legalidad y, lo que es peor, destruyendo la futura convivencia de los habitantes de su región, comunidad, nación, país o lo que les salga de los Pirineos; Mas, Junqueras o Romeva actúan como dementes que creen, como cualquier megalomaníaco, representar una voluntad superior a ellos (Mas parece más listo... se protege de otras cosas). Pero ignorar un absceso te puede llevar a la septicemia y de ahí a la descomposición; don Mariano ha dejado podrecer la peor gangrena social: el nacionalismo, esa gran mentira encaminada a sustituir el pensamiento, de eso sabían mucho Franco o Mussolini, y el del bigote... Hitler, no Aznar; cuando da a entender que va a aplicar la Ley "toda" me da miedo, porque es imprudente, hay sectores secesionistas entre los Mossos o el Ejército, y en el Poder Judicial... ¿quién evitará una algarada y la sangre de algún inocente?
Pero Maquiavelo nos enseñó algunos conceptos mínimos del diccionario de la Política: S. M. Don Felipe VI necesita Virtud (entendida como decisión), Prudencia (sagacidad) y el favor de Fortuna (todo lo que no esté bajo su control); si ésta no favoreciere, para eso serán la vitalidad y la astucia. Además, según Maquiavelo, debe S. M. aprender que la finalidad del bienestar y la convivencia no siempre pasa por el puente de la moral; debe atender a la realidad, no a lo deseado. Hay que tomar decisiones en favor del bien común ya (aquí nos desviamos de la malicia maquiavélica) y la Historia es para quienes arriesgan, no para los que se esconden bajo su "Grandeur".
El art. 56 de la Constitución dice que "El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones [...]". Por tanto yo, como ciudadano, me creo en el deber de exigirle que reuna a las máximas autoridades y proponga lo único sensato y menos lesivo: un referéndum (encájese en la Ley y dótese de parámetros consensuados) para determinar si el proceso independentista tiene razón de ser o no. A partir de ahí, si es que sí: adelante y acabemos, y si es que no: al siguiente que haga una chorrada 30 años de cárcel, tiempo para que una generación vuelva a decidir si las circunstancias han cambiado o no con un nuevo referendo.

Quién sabe... a ver si al final Mas es un monárquico españolista mártir que está montando este circo para el lucimiento de una Monarquía que necesita ser útil más que nunca o desleírse; buena novela para la vejez de este Borbón, como la de Armada y su padre, Anatomía de otro instante, de otro J. Cercas.

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