lunes, 4 de julio de 2016

El Martillo sin Dueño, 11-1-16

Descansemos de tanta política porque la semana pasada murió uno de los artistas más representativos del siglo XX, y me resulta curioso hablar en este tono porque realmente el XX se ha quedado ya antiguo y empezamos a adquirir consciencia de que el XXI es la nueva realidad, por lo menos para los que empezamos a envejecer sin remisión.
La verdad es que el proceso de descomposición de la música no popular, ésa que llaman clásica, tuvo su cenit en los años 70. Desde entonces hemos vuelto, cansados quizá de tanto cerebralismo, a una cierta melodía y simplicidad esencial de la música, un cierto romanticismo como intento de comunicación de las emociones, que había sido denostado e incluso desterrado del fenómeno musical; compositores como Arvo Pärt, Giya Kancheli, Philip Glass, Gavin Bryars, Tavener... han supuesto un regreso a lo “agradable”, entiéndase, a lo fácilmente reconocible por una mente no entrenada en la técnica musical.
Pierre Boulez representaba todavía esa gran reacción contra el esteticismo romántico, la transformación del sonido en códigos físico-matemáticos en los que una música pura, sin apenas participación de lo sentimental, pudiera emerger volviendo a la inocencia de lo natural sin interpretar. Quizá por eso ha sido un gran director de orquesta, porque meticulosamente descifraba lo escrito permitiendo ver lo que las personalidades ora egolátricas ora comerciales de otros nos ocultaban de un Debussy, Bartok, Stravinsky, Mahler o hasta Wagner... Basta oír las grabaciones de sus sonatas para piano, en versión de Claude Helffer p. ej., para constatar ese impresionismo sonoro en el que es la perspectiva y la curiosidad del oyente, que se deja inundar por el martilleo de combinaciones instrumentales insólitas, la que da sentido al aparente caos. Si usted piensa que la abstracción en pintura es un no-pintar, no oiga a Boulez.
Fue un político de izquierdas (aunque algunos traten de identificar la izquierda con la tontuna cándida, me resulta más fácil identificar la derecha con la estupidez interesada), despreció la música popular como Arte, y su defensa de la música de Frank Zappa prueba que éste ha sido el único músico de verdad que ha dado el rock, Boulez estrenó sus obras y dialogó con él de tú a tú.

Con su muerte acaba el siglo XX musical y una concepción de la composición que dobló la Historia de la Música hacia derroteros que consolidaron como clásico lo vanguardista, valga la contraposición de ideas. Componer hoy como él, quizá no tenga sentido; componer sin él, es imposible. Comparto con él su desprecio por la dilapidación de capital público que supone la ópera, menos gorgoritos y más programar Pli selon pli o Le marteau sans maitre, y si al pueblo no le gusta es que tenemos un problema cultural, porque Boulez ya es Historia.

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