Habría
que procesar a los promotores de la Marca España; porque después de
tanto dinero nuestro invertido (y de alguna bronca que nos han
echado), hay ministros que nos están poniendo en ridículo
dilapidando en todo el planeta y de forma consciente la inversión,
especialmente nuestro místico Fernández Díaz, que anuncia la
aquiescencia de ETA con un posible Gobierno en el que no estén el PP
y sus tesis.
Hemos
hecho el vaina universal con el encarcelamiento de los del
titirimundi, y sólo voy a decir que la izquierda tiene la obligación
moral de revertir el Estado de Excepción que el PP ha construido
disfrazado de legalidad en este país. Porque la vuelta la
identificación de España con el catolicismo (opusino), el toreo
como esencia, el antinacionalismo por la gracia de Dios, la
asimilación del aborto y la homosexualidad como antinaturales, esa
corrupción construida en torno a empresas y obras públicas
monumentales con caciques y familias fácilmente identificables (eso
lo aprendió bien el PSOE), los lobbies de comisionistas (alguno
embajador y todo), esa monarquía porque sí, ese ataque a la
actividad intelectual y el Arte (en beneficio de un Osborne), este
vergonzoso inmovilismo promovido por Leyes como la de Educación, la
Mordaza o las reformas laborales, entre otras, todo adobado con el
marchamo de la “normalidad”, han situado nuestra imagen
internacional a la altura del tardofranquismo más cutre. Hemos
regolfado el poco de camino que nos llevó a lo que fue Europa cuando
no extraviaba niños refugiados.
Quizá
España refleje un proceso mayor, sólo que aquí le damos nuestra
estampa pinturera. Rajoy lo tiene claro: llama broma a cualquier
opción de gobierno que no sea la suya y sus ideas, ¿para qué
convocar, entonces, elecciones? Le traiciona el subconsciente
autoritario; al Mercado también, sólo irán bien las cosas si PSOE,
C's y PP se ponen de acuerdo; o sea, si gobiernan otros ¿los
inversionistas legítimamente retirarán su apoyo y nuestra economía
perderá? La famosa prima de riesgo...
Aquí
está la izquierda, la que debe subvertir este orden y volver a la
política, pues por lo que vemos está en manos del capital. Hay que
legislar hasta impedir que la ganancia de estos financieros pueda
machacar a los gobiernos que no interesan, y si no haces eso no eres
izquierda. No se puede decir más claro. Pedro Sánchez debe decidir;
Susana Díaz y Felipe González ya saben cómo quieren gobernar.
Para
la izquierda la economía es medio, no fin. Desmontar el patriarcado,
gobernar ecológicamente, la superación de las religiones como
fenómenos públicos, la libertad basada en una enseñanza
reequilibradora, la igualdad, la salud pública, revertir las
represiones y sobre todo la sexual, el imperio de la Razón como
condición pública para todo debate. No todo es dinero.
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