lunes, 4 de julio de 2016

Balsas de garbanzos para siempre, 12-10-15

Hay dos tipos de políticos: los que gestionan y los que tienen ideas. Los primeros son profesionales y dedican toda su vida a lo público, y nos lo venden como un sacrificio que debemos reconocerles y pagarles... ganarían mucho más en la empresa privada, suelen decir, ¿por qué no se van?; no los menospreciemos, tienen en realidad dos trabajos simultáneos y les dedican jornadas sin fin: el partido y la gestión, en este orden, primero hay que sobrevivir en esa lucha por la vida que son las organizaciones políticas, y después no hacer nunca nada demasiado brillante como para molestar al de arriba pero tampoco tontadas como para crear problemas, en este orden. Va uno escalando por de dentro y por de fuera cogiendo dignidad pública. Entonces ya no será quien reciba los argumentarios sino uno de los elaboradores. Estoy pensando en los portavoces de los grandes partidos en Sevilla o Madrid, capaces de inventar verdades como puños y de ser generadores de opinión, esto es: declarar a la prensa calculando el efecto que interesa sufra esa morralla que vota; ni una sola idea. Su política es estar o no estar.
Pero la incomodidad con la casta política no era acerca de estar sino de ser... o no ser, que dijo Parmeneides. El 15M y su onda expansiva quería echar a los gestores para elegir a pensadores, gente con ideas y autoridad para hacer, planificar, elegir, tomar decisiones graves con las Leyes en la mano, cambiar éstas en esos extremos en los que protegían descaradamente a esa casta y a sus sostenedores, el poder verdadero.
Unas migajas de trabajo cutre han callado a este pueblo que se queja secularmente de todo. La OIT, de la ONU, da estadísticas que muestran una España en la que el 25% de los trabajadores con contratos requieren de ONGs o servicios sociales para sobrevivir, son trabajadores pobres, la nueva clase emergente, ¿hablamos del paro? Y a pesar de todo, nos hemos tragado el señuelo del fin de la crisis sin percatarnos de que no se ha ido sino que se ha consolidado como modelo nuevo de explotación. Asúmanlo.
Ni entiendo a una IU que no quiere ver que se le pasó el arroz, que perdió la capitalización de un movimiento que le era connatural; ni entiendo a un Podemos cada vez más aferrado al liderazgo personal, sin darse cuenta de que rodaba para unir a la izquierda. El votante que se atrevería con ellos no quiere ni campañas ni programas ni mítines conjuntos, sólo la garantía de que quienes van a defender a la mayoría social de este país van a cumplir juntos sin traicionar gobernando.

Ideas, ideología: un político no puede estar a ver qué pasa con las balsas de fosfoyeso en Huelva, debe ser el primero en hacer lo imposible por erradicar esa miasma tóxica de aquí; la garbanzada de hoy no es una ocurrencia sino la expresión de toda esa gente que quieren confiar en alguien, no en un gestor equidistante. ¿Aún se preguntan por qué Colau o Carmena tienen la aprobación de sus conciudadanos?

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