lunes, 4 de julio de 2016

Atontados, 3-8-15

Yo, señores, no soy malo, aunque no me faltan motivos para serlo. Yo, que me eduqué con los Maristas, recuerdo lo que UNICEF significaba para nosotros, chicos de la hucha amarilla del DOMUND: pedíamos para los negritos o los chinitos, esa organización mundial estaba ahí para ayudar en dramas que veíamos por televisión de niños de vientre desaforado llenos de moscas, cogiendo algo de comida con las manos (una pasta blanca o amarilla) de alguien con pinta occidental, ropa de campaña, chalequillo sin mangas con muchos bolsillos y pantalón aventura...
La ilusión por llevar al cole más que nadie (se contabilizaba en público para avergonzar a quienes no habían sido suficientemente caritativos) se convertiría años más tarde en indignación y consciencia, esto es: concluyendo la necesidad de aislar la caridad como último recurso en favor de la justicia social, priorizando la obligación de ayuda estructural a otros países en vez de llamarlos "enjambres" o "goteras"...
Digo que no soy malo, pero debo parecerlo según escribo. Yo acuso a don Mariano Rajoy y a doña Susana Díaz, máximos dirigentes de mi país, por mi lugar de residencia, de llevarnos a la ruina más penosa e infamante. Acabo de firmar (y les pido a ustedes que hagan lo mismo) una campaña de UNICEF para acabar con la pobreza infantil ¡en España! ¡EN ESPAÑA!
Uso ahora un punto y aparte para decir más claro lo que voy a decir y conste que no los considero malintencionados, simplemente: si éste es el resultado de sus políticas, ¿qué coño hacen un minuto más en sus respectivos cargos?
Entren en internet y verán cómo explican que un 27'5% de los niños españoles está en riesgo de pobreza y proponen, por ello, un Pacto de Estado por la Infancia, para esto es la recogida de firmas. ¿Dónde está la prensa? Ni al gallego ni a la andaluza veo que le espeten este hecho en ninguna rueda, ¿cómo pueden hablar de gobierno en una sociedad rica (no ha dejado de serlo) que requiere la intervención de UNICEF? He dicho que no les veo mala intención, porque si descubriéramos que la tuvieron legislando para llegar a esto: sería crimen de lesa humanidad, serían procesables.
El Pacto habla de pobreza y desigualdad, de fracaso y abandono escolar, de descenso de la natalidad por causa de la situación económica, de condiciones laborales y familia, de aproximar el gasto social en las familias al nivel de Europa (¿no estamos ahí?), de mejorar ayudas y servicios públicos que garanticen la cobertura de necesidades básicas de niños y niñas (alimentación, salud, educación, vivienda y protección)... Parece que este Gobierno, tan cristiano, puede aplicar ahora su caridad carmenpolista en su propio país, para qué ir más lejos.

Lo que apetece es tirar de RAE insultar adecuadamente tanta estulticia, pero, para que vean que no soy malo, les dejo que se sirvan ustedes.

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