lunes, 4 de julio de 2016

Nada ha cambiado, 21-9-15

Tengo la impresión de que las elecciones andaluzas y una sobreexposición mediática han alejado a Pablo Iglesias y a Podemos de la realidad que pretendían cambiar. Han soltado su discurso, han entrado al trapo tal y como sus adversarios, esa casta que dice de sí misma que no lo es, querían. Terminarán apoyando el Toro de la Vega, si así lo dicen las ordenanzas municipales correspondientes, Dios mediante.
Yo no comulgo con partido alguno, pero no estoy ni muerto ni tonto, a nadie se le oculta que la crisis del sistema elevó al pedestal de la ilusión a un montón de gente que no participaba habitualmente del discurso político público. Y en esa ola surfeaba nuestro "modelno" Iglesias, con coleta y piercings, gracia y discurso. Pero todo eso parece desinflarse. Lamentablemente esa vida insuflada en lo público se ha desmoronado con las vacaciones y esa mentira de la recuperación económica urdida por todos los interesados. Elecciones.
Este movimiento no puede centrarse en un líder visible único, porque eso destruye su naturaleza, su fuerza, que estaba en la calle; volver a las técnicas de la propaganda y el liderazgo es ser la misma casta que se criticaba. No había que tener un discurso para todo, una opinión para cada debate, una foto oportuna en cada acto, un argumentario para defenderse de las "injusticias" de los otros, no había que ser graciosos, ni agradables ni pendencieros...
Sólo había que seguir analizando la realidad. Nada ha cambiado. O sí, para peor. Los niveles de pobreza podrán afeitarse, el paro podrá disminuir en esas estadísticas que nadie entiende, pero lo que sigue insultando a la inteligencia es el expolio que, contadas veces, el Poder Judicial tiene a bien enseñarnos de lejos, mientras se ha consolidado una sociedad en la que el reclamo del lujo más vomitivo ejerce de zanahoria para unos burros empós de un premio reservado para muy muy pocos. Los demás, lo dice hoy Michel Onfray pero lo previó Albert Camus, somos esclavos atados a puestos (de trabajo) de miseria y consumo que enriquecen a nuestros dueños.
Nada ha cambiado. O sí, alrededor de Europa se está formando un pifostio del copón, mientras nuestros dirigentes siguen dilapidando para recortarnos, y ellos siguen igual o mejor. Los radicalmente pobres (qué desagradables son, ¿verdad?) empiezan a querer probar el pastel...

Ha habido un momento de aire fresco. No sé lo que era, pero se palpaba una ilusión, había debate en la calle... ¿Se ha acabado? ¿Por qué, si estamos igual? Empiezo a temer que, una vez más, nos han vencido, han cambiado algo para que nada cambie. Las leyes seguirán pisando a los mismos porque han desaparecido de la palestra los que hablaban claro, sean quienes fueran. Poco dura la alegría en la casa del pobre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario