lunes, 4 de julio de 2016

Derecho o autor, 11-4-16

Casi el 90% de los contenidos que se mueven por internet en España son ilegales, dice uno de esos informes que se orean cíclicamente en la prensa. Oigo en la radio a unos profesionales de la Literatura insultar a los descargadores ilegales y sus locutores corifeos apoyándoles con naturalidad, porque se ve que esa gente jamás se ha hecho con un disco, una película o un texto por la cara. Y uno afirma que a nadie se le ocurriría robar una tortilla de patatas por tener hambre (se ve que tiene clara su idea de la justicia social; es uno de esos poetas-héroes del progresismo y no decimos su nombre para no inmortalizarlo), por tanto no debemos alentar la descarga pirata, ladrona prefieren decir.
Niego la mayor: escribir no es vender tortillas de papas; bueno, en su caso, puede. El Arte es un ejercicio que requiere público y si no: no lo es. No existe sin este milagro de la interpretación, éste acto le da realidad por lo que la difusión es parte integrante, no un fin en sí misma (para comerciar). ¿Cómo puede un matemático reclamar la propiedad de un teorema ignorando la Historia que sostiene sus ideas y vendérnoslo como algo suyo exclusivamente?
No hay ideas “ex novo”; hay contexto histórico, hay formación, hay una sociedad que es el sustrato sin el que no tenemos ideas; por tanto, el “creador” es más bien un modelador de algo preexistente, no debería atribuirse tanta importancia. El argumento que sirve para justificar su cobro por la “propiedad”, sirve igualmente para reclamarle que pague por lo que se le ha cedido para que pueda elaborar su obra.
Una industria farmacéutica puede desarrollar una investigación, registrar una patente pero ¿puede negársela a la sociedad? ¿No es amparar el asesinato en favor de la explotación comercial? Si yo supiera operar un tumor cerebral con exactitud, ¿por qué no registrar la técnica y sólo aplicarla a quien me pague? Nótese que yo no niego la necesidad de proteger el derecho del trabajo intelectual a cobrar por la explotación. Si este periódico gana dinero con mi trabajo, debería pagarme proporcionalmente; pero permítanme la ingenuidad, si yo escribo ¿lo hago sólo por la pasta? No existirían la Ciencia ni el Arte que han compuesto lo que somos...
Supongamos que soluciono el cáncer y lo registro, ¿tendría derecho a no explotarlo? Estamos colaborando, bajo el supuesto de la protección de los derechos de los creadores, con un crimen de lesa humanidad que impide la aplicación de vacunas, medicamentos, ingenierías… con el fin real que deberían tener: el Bien, entendido como beneficio para la sociedad (que decía Hume).

Sutilmente desplazamos la investigación al ámbito privado, que justifica sus precios amparándose en los costes de inversión. He aquí otra revolución pendiente, exigir ética a los intelectuales, en vez de construir panamás para la optimización de los dividendos. No es volver a lo público para impedir la competencia, es devolver a la sociedad la Justicia.

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