Decía
Aristóteles que es humano pero inútil desear cosas imposibles, como
la inmortalidad. Y a mí, menos capaz que el Estagirita, me duele la
boca de decir lo que pienso sobre las leyes educativas en España.
Fantasear sobre lo que no está en nuestras manos es estéril. No se
puede exigir alcanzar la "excelencia" a través de la
Enseñanza con un profesorado que no la tiene.
Una
variable controlable por el Estado, posible, es la carrera
profesional docente, esto es: exigir el máximo nivel formativo e
investigador a todo enseñante. No es pagar menos a algunos, sino
premiar objetivamente a otros. La existencia de un cuerpo de
Catedráticos justificado por publicaciones, títulos, idiomas,
actividades públicas y creativas; la fluidez de los permisos para la
formación en las sedes universitarias, la subvención y promoción
de la misma, la organización de congresos serios... todo ello
redundaría en un profesorado de Secundaria bien formado y respetado
que estaría en la única plataforma posible para enseñar: que es
saber. Porque no se engañen, cualquiera que haya pasado por los
estudios superiores sabe que el prestigio sólo llega tras años de
silla, codos y mesa. Lo demás, y lo digo bien claro, son martingalas
de incapaces buscándose la vida para hacer nada. La Pedagogía que
no surge de la Enseñanza es una estafa integral que ha generado
títulos universitarios vacíos y ha podrido las Escuelas de
Magisterio (que, eso sí, ya han conseguido ser un Grado como
Física). Vincular la docencia Superior a la Media, evitando
endogamias y politiquerías, quizá nos haría más competitivos, de
verdad.
Nótese
que digo Enseñanza y no Educación. Hay que ser modestos, aquélla
es parte de ésta y contribuye pero la Educación viene de la casa y
su entorno. Lo saben bien; veo una viñeta de El Roto en la que sale
un matrimonio de ricos exhortando: "No estudiéis, ya lo hacen
nuestros hijos". Esto no funcionará hasta que la
responsabilidad del fracaso escolar se redirija a las madres y los
padres, que deben exigir menos y hacer más, hay que recordar que se
paga al profesional por su conocimiento, no para ser nuestro meadero.
Pero hablamos de votos y la verdad puede quitarlos.
Sí,
también es responsabilidad de los docentes, pero hay que lidiar por
uebos con una realidad: su labor se ha desprestigiado, se ha
desacreditado, se ha ninguneado, se le ha agredido, se ha vaciado de
contenido, se le ha despreciado como profesional... ¿qué queremos?
Yo soy del gremio y mi única compensación (y no quiero más) es el
contacto con antiguos estudiantes agradecidos que siguen la estela de
la crítica y el rigor; no soy un profesor muy gayo, pero cuando veo
que esto sucede, paro y me inquieto: ¿alguien me ha consultado
alguna vez mi experiencia para evaluar el sistema? ¿O, al revés,
todo lo que hago podría ser utilizado en mi contra?... Espero una
llamada.
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