lunes, 4 de julio de 2016

Enseñanza, no Educación, 9-11-15

Decía Aristóteles que es humano pero inútil desear cosas imposibles, como la inmortalidad. Y a mí, menos capaz que el Estagirita, me duele la boca de decir lo que pienso sobre las leyes educativas en España. Fantasear sobre lo que no está en nuestras manos es estéril. No se puede exigir alcanzar la "excelencia" a través de la Enseñanza con un profesorado que no la tiene.
Una variable controlable por el Estado, posible, es la carrera profesional docente, esto es: exigir el máximo nivel formativo e investigador a todo enseñante. No es pagar menos a algunos, sino premiar objetivamente a otros. La existencia de un cuerpo de Catedráticos justificado por publicaciones, títulos, idiomas, actividades públicas y creativas; la fluidez de los permisos para la formación en las sedes universitarias, la subvención y promoción de la misma, la organización de congresos serios... todo ello redundaría en un profesorado de Secundaria bien formado y respetado que estaría en la única plataforma posible para enseñar: que es saber. Porque no se engañen, cualquiera que haya pasado por los estudios superiores sabe que el prestigio sólo llega tras años de silla, codos y mesa. Lo demás, y lo digo bien claro, son martingalas de incapaces buscándose la vida para hacer nada. La Pedagogía que no surge de la Enseñanza es una estafa integral que ha generado títulos universitarios vacíos y ha podrido las Escuelas de Magisterio (que, eso sí, ya han conseguido ser un Grado como Física). Vincular la docencia Superior a la Media, evitando endogamias y politiquerías, quizá nos haría más competitivos, de verdad.
Nótese que digo Enseñanza y no Educación. Hay que ser modestos, aquélla es parte de ésta y contribuye pero la Educación viene de la casa y su entorno. Lo saben bien; veo una viñeta de El Roto en la que sale un matrimonio de ricos exhortando: "No estudiéis, ya lo hacen nuestros hijos". Esto no funcionará hasta que la responsabilidad del fracaso escolar se redirija a las madres y los padres, que deben exigir menos y hacer más, hay que recordar que se paga al profesional por su conocimiento, no para ser nuestro meadero. Pero hablamos de votos y la verdad puede quitarlos.

Sí, también es responsabilidad de los docentes, pero hay que lidiar por uebos con una realidad: su labor se ha desprestigiado, se ha desacreditado, se ha ninguneado, se le ha agredido, se ha vaciado de contenido, se le ha despreciado como profesional... ¿qué queremos? Yo soy del gremio y mi única compensación (y no quiero más) es el contacto con antiguos estudiantes agradecidos que siguen la estela de la crítica y el rigor; no soy un profesor muy gayo, pero cuando veo que esto sucede, paro y me inquieto: ¿alguien me ha consultado alguna vez mi experiencia para evaluar el sistema? ¿O, al revés, todo lo que hago podría ser utilizado en mi contra?... Espero una llamada.

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